Hay poemas que no se leen, se sienten. No consuelan: te enfrentan, te desgarran, te dejan en silencio.
No necesitas haber vivido una pérdida para reconocer el eco de una ausencia.
A veces, bastan unos versos para que una herida que no sabías que tenías empiece a sangrar.
Esta entrada no busca explicar poesía, sino dejarla hablar.
Aquí encontrarás palabras que arden, frases que rompen y verdades dichas con una belleza tan brutal que duelen.
🌑 1. “Me moriré de cosas pequeñas” – Idea Vilariño
Me moriré de cosas pequeñas.
De una palabra no dicha.
De un gesto que faltó.
De un silencio que dolió más que un grito.
Un poema breve y certero. Vilariño transforma la sensibilidad en una daga: demuestra que el dolor más hondo no siempre viene de lo trágico, sino de lo que no ocurre.
🥀 2. “Rima LIII” – Gustavo Adolfo Bécquer
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar...
Pero aquéllas que el alma nos miraban,
esas... no volverán.
Una despedida disfrazada de naturaleza. Bécquer no solo habla del amor perdido, sino de lo irrepetible, de ese punto sin retorno que muchos niegan hasta que lo viven.
🕯️ 3. “No te salves” – Mario Benedetti
No te salves ahora ni nunca,
no te salves.
No te llenes de calma,
no reserves del mundo sólo un rincón tranquilo.
Este poema es un grito disfrazado de súplica. Duele porque recuerda que rendirse también puede ser una forma de morir en vida.
📌 ¿Por qué leer lo que duele?
Porque sentir también es resistir.
Porque a veces, leer lo que otros han llorado en papel nos ayuda a no sentirnos tan solos.
Y porque hay dolores que solo la poesía logra nombrar.
✨ ¿Tienes un poema que te ha dolido más que una canción?
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